Aquí desarrollamos algunas ideas y preguntas que nos orientan en el proyecto de una película que toma a la ciudad de Buenos Aires, el caminar y la memoria de sus habitantes como protagonistas.

Buenos Aires, como cualquier ciudad, es un ecosistema donde convive una multiplicidad de personas y seres diferentes, cada uno con sus sensibilidades, cuerpos y memorias singulares. No hay una única ciudad, sino tantas ciudades cuantos seres la habitan y tantas ciudades como se pueden recordar. Cuando nos abrimos a ello, la experiencia urbana es una experiencia radical de la otredad y una polifonía de espacios, sensibilidades y temporalidades que se entrelazan.




Polifonía de una ciudad
Proyecto para una película
sobre el recordar y el caminar
en Buenos Aires
Multiplicidad
¿Cuántas memorias habitan en un mismo espacio? ¿Cómo hacer lugar a esa multiplicidad y mezcla de voces, memorias, escalas, materias y mundos en el transcurso de una película? Los protagonistas deberán ser múltiples, así como las historias y perspectivas sobre la ciudad.

Nuestro proyecto comienza invitando a habitantes diversos de Buenos Aires (desde cartonerxs a adultxs mayores, barrenderxs, arquitectxs, adolescentes, pequeños comerciantes, empleadas domésticas, etc.) a que nos cuenten alguna vivencia significativa de su historia personal que haya tenido lugar en algún espacio de la ciudad (barrio, calle, esquina, plaza, etc.). En una serie de entrevistas, documentaremos los recuerdos en relación al espacio urbano de ciudadanos comunes, cuya perspectiva muchas veces es relegada en las construcciones que se hacen de la memoria colectiva, pero que sin embargo conservan un tesoro de recuerdos (patrimonio intangible) cuyo conocimiento y preservación enriquecería la experiencia de la ciudad de todos los que la habitan, mostrando su heterogeneidad y contrastes.

La multiplicidad material de una ciudad, sin embargo, no está formada sólo por personas, sino también por una multitud de seres no humanos que interactúan continuamente con ellas, desde dentro, por fuera y en medio: plantas, animales, arquitecturas, cielos, ríos, etc. Sus mundos y modos de existir en relación al resto de la ciudad también deberán ser tenidos en cuenta e integrados al coro rizomático urbano.
Memoria
Caminar
En la película, trataremos a los lugares como un personaje más en la polifonía que es la ciudad. ¿Cuánto de nuestra vida estuvo (y está) marcado por los espacios en que ocurrieron nuestras experiencias? ¿Cuántas decisiones y rumbos habrían sido diferentes de ocurrir en otros espacios?

Aunque a veces dejamos de percibirlos o los vivimos como decorados pasivos, los lugares tienen un papel activo en el devenir de nuestras vidas, sugiriendo movimientos, generando determinadas sensaciones y atmósferas emocionales, orientando nuestros pasos en ciertas direcciones, organizando situaciones que abren posibilidades vitales, a la vez que cierran otras. La materia no es inerte; el espacio y su arquitectura no son pasivos.
Más que una cosa, son procesos abiertos, acontecimientos que están pasando y en el medio de los cuales nosotrxs también pasamos.
En nuestro diario vivir en la ciudad, pasamos por diferentes lugares, los habitamos, tenemos experiencias y sensaciones, luego los dejamos, pero algunos de esos lugares no dejan de habitarnos, marcan nuestra sensibilidad y se vuelven una parte nuestra. En el proceso de habitar por un tiempo una ciudad, inevitablemente se van formando capas de recuerdos personales vinculados al espacio urbano. Así acabamos por vivir tanto en la ciudad material y presente que percibimos a través de los sentidos, como en una ciudad recordada y vagamente ausente que se va entrelazando a la otra, formada por los recuerdos íntimos de sus habitantes. Voces presentes se fusionan con ecos de fantasmas, capas materiales se fusionan con capas de memoria. El presente de la ciudad coexiste con la profundidad del pasado, que en cierta forma nos sigue acompañando.

Y eso que se recuerda puede ser muy frágil y pequeño, lo contrario de una historia épica y grande; recuerdos menores, sensaciones vagas que se escurren, huellas tenues que están quizás a punto de desaparecer. En esta película, buscaremos darles una oportunidad de ser contadas y exploradas de nuevo, quizás por última vez antes de que se olviden y las engulla el tiempo. Recordar, más que para preservar de la destrucción del tiempo y el olvido, como un ejercicio de lo efímero.

Pensamos la memoria como un proceso abierto y fluido, porque lo que recordamos del pasado nunca está cerrado y fijado de una vez para siempre, sino que se va transformando de acuerdo a los contextos y las necesidades del presente en el que recordamos, que siempre son variables. Toda memoria conlleva cierta dosis de anacronismo, en la medida en que se cuenta desde el presente y es inevitable leer el pasado desde el presente. La memoria personal es un proceso que no acaba, sus contenidos se modifican y reelaboran en cada nueva narración, en relación a cada nuevo oyente, en relación a cada nuevo futuro proyectado. Su consistencia es más la del agua que la de la piedra. La memoria es una organización más o menos ficticia del pasado. Y el pasado es un pozo inagotable que sigue abierto a nuevas maneras de significarlo, armarlo, desarmarlo, revivirlo, expresarlo y olvidarlo.
La mayor parte de las veces, el recuerdo sucede de manera imprevisible y azarosa, al doblar una esquina, al sentir un olor en una calle. Más que una acción voluntaria, es un efecto de encuentros con un mundo material plagado de espacios concretos, arquitecturas, objetos, sabores, olores, sonidos, atmósferas, etc. que tocan nuestro cuerpo y en relación a los cuales se produce el recordar. Por eso invitaremos a lxs participantes a volver al espacio de su recuerdo en el tiempo presente, los filmaremos mientras lo recorren y caminan con todos los sentidos abiertos, en un ida y vuelta entre las evocaciones del recuerdo que narran un tiempo pasado y la materialidad viva del espacio con el que sus cuerpos se relacionan en el presente, rodeándolo, palpándolo, dejándose invadir por sus olores y sonidos. La memoria también ha quedado preservada en la materia, y al caminar por el espacio urbano, los lugares tienen el poder de provocar y expandir la memoria personal a través de su densa riqueza sensorial y espacial.


Creemos que la caminata sin rumbo, con la atención que flota y vagabundea al compás de los pasos, es un modo del caminar especialmente fértil para el surgimiento de todo tipo de recuerdos e ideas. Porque cuando el cuerpo camina y se pone en movimiento, todo se pone en movimiento y empieza a circular: la sangre, el corazón, los músculos, pero también las ideas, las emociones, la memoria. Cuando caminamos nos asaltan recuerdos que jamás podríamos haber tenido estando quietos y sujetos a una perspectiva estática de las cosas. Como un agua estancada que de pronto es movida por el viento y comienza a agitarse y a hacer olas, el cuerpo que camina recuerda a la vez que percibe. Moverse a pie por el espacio es también moverse en el tiempo.

Invitaremos lxs participantes a que abandonen por unas horas sus modos habituales de desplazarse por la ciudad y se entreguen a la experiencia de caminar sin meta o destino prefijado, como si tuvieran todo el tiempo del mundo, dejándose llevar por las calles y el azar de lo que les sale al encuentro, como si esos espacios urbanos que transitamos a diario, muchas veces apresurada y maquinalmente, se percibieran por primera vez y la ciudad se llenara de un nuevo encanto y misterio.

Caminar es lento, implica un esfuerzo físico y resulta ineficiente en comparación con otros medios de desplazamiento, pero a la vez habilita una conexión más cercana e intensa con el afuera, más sensorial y vital. En esa lentitud y demora tenemos tiempo para sentir y paladear lo que se nos cruza en el camino. El cuerpo que camina por la ciudad está más expuesto que el que va en auto, subte o incluso bicicleta, y esa exposición es un riesgo, pero también esa exposición deja abierta la puerta para una multiplicidad de encuentros azarosos e inesperados, con los otros y uno mismo. Caminar es ir al encuentro de lo imprevisible. Nunca sabemos lo que ocurrirá cuando nuestros cuerpos se encuentren y entremezclen con la vida palpitante y exuberante que es la ciudad.

Caminar pone en juego los sentidos de una manera mucho más intensa y cruda que otras tecnologías de transporte, que tienden a rebajar la intensidad de la experiencia sensorial (el avión puede considerarse un extremo de esto). El cuerpo que camina se mueve al aire libre, sin la mediación de vidrios u otras estructuras, su carne está expuesta a las temperaturas y los avatares del clima. El viento le toca la piel y trae todo tipo de aromas, puede extender la mano y palpar texturas, sentir la presión de la muchedumbre, escuchar con nitidez sus voces y los ruidos del tráfico, la lluvia que humedece la ropa.

Por eso, si bien nuestro medio es el cine, intentaremos evocar a través de los solos recursos de la imagen y el sonido la riqueza sensorial que implica caminar en la ciudad. Es decir, se trata de correr a la vista de su lugar central y hacer lugar a sentidos menores y olvidados, como por ejemplo el tacto. Correrse de una visión frontal y bien enfocada que aprehende fachadas y formas visuales, para dar paso a la relación con una espacialidad envolvente que involucra todos los sentidos del cuerpo y abre otras dimensiones más allá de formas visuales, como la textura de los materiales, su dureza o blandura, olores, paisajes sonoros, atmósferas y temperaturas.

Caminar por la ciudad es un modo de estar con los otros, aunque no se hable con esos otros, aunque no se los mire directamente a los ojos. Caminar es un estar. Y caminar por la ciudad es un estar que pone en relación con la presencia viva de otros, a veces muy diferentes, que también habitan un espacio público que es común. Se trata de explorar la arquitectura y los espacios urbanos a través de un cuerpo que camina, que se mueve a través de ellos, que rodea, penetra, atraviesa, cruza umbrales, investiga diferentes perspectivas y detalles, se acerca y se aleja, sube y baja, está inmerso en la multiplicidad cambiante de la ciudad.


CONTACTO: carlaporroni@hotmail.com
Si tuvieras que elegir un recuerdo de algo precioso y significativo que te ocurrió en Buenos Aires,
¿cuál sería...?